domingo, 15 de febrero de 2009


LA BREVE HISTORIA DE UNA GRAN TRAGEDIA

LIC. PEDRO RIVERA BRISEÑO

PRÓLOGO

Carlota y Maximiliano son personajes antojablemente novelescos. Sin embargo, una vez más, la verdad es más fantástica que la mentira. La vida de ellos, por separado o en matrimonio, es un caleidoscopio de anécdotas increíblemente literarias y muy adecuadas para nuestro país, en donde es realidad lo que en otras partes sólo ocurriría en la imaginación más febril, disparatada y fecunda.

ELLA

Maria Carlota Amalia Victoria Clementina Leopoldina, nació bajo el signo zodiacal de géminis el 7 de junio de 1840 en el castillo de Laeken. Fueron sus padres el rey de Bélgica Leopoldo I y la reina Luisa de Orleáns. Siendo niña tuvo como maestros a la condesa de Hults y al sacerdote redentorista Deschamps, por lo que supo de teología y se aproximó al pensamiento de San Alfonso María de Ligorio y al de San Francisco de Sales. Desde muy pequeña mostró viveza y un don peculiar para el lenguaje, al utilizar expresiones fuera de lo común para niños de su edad. Con este antecedente, no es difícil aceptar que ya en la adolescencia hablara a la perfección cinco idiomas.

EL

Fernando Maximiliano José, archiduque de Austria, descendiente de la excelsa dinastía de los Habsburgo, nació en el palacio imperial de Shonbrunn el 7 de Julio de 1832, hijo del archiduque Francisco Carlos y de la archiduquesa Sofía. La estricta educación de corte conservador a cargo de su preceptor el conde Bombelles, no impidió en el príncipe un dejo de liberalismo. A los 19 años viajó por España, Grecia, Asia Menor y el norte de África. A 22 años de edad era Comandante Mayor de Marina, nombramiento con el que viajó por Egipto e Italia.

AMBOS

Carlota y Maximiliano se conocieron en Bruselas, poco tiempo después que el rey Leopoldo despreciara en nombre de su hija, la imperial mano de Pedro, monarca de Brasil, por considerar que el continente Americano estaba demasiado lejos.
Aunque la pareja fue muy admirada y hasta envidiada, se desconocía la verdad de la relación pues en ellos nunca sentó los reales el enamoramiento: hubo camaraderia, fingimiento ante los demás, diplomacia y cortesía. Carlota y Maximiliano, dos personajes diferentes y contrastantes. Ella seria, adusta. Severa y disciplinada. El era afable, simpático y con carisma, hasta su forma cuatropeada de hablar el español le atraía voluntades, principalmente entre las damas mexicanas, tan del gusto del emperador.

EL

El 19 de junio de 1867, muere el emperador Maximiliano en el queretano Cerro de las Campanas, junto a los generales Mejia y Miramon. Pasadas muchas horas se trasladó su cadáver al convento de capuchines donde el Dr. Basch le hizo un defectuoso embalsamiento. En julio de ese año, fue traído el cuerpo a la ciudad de México, depositándose en la capilla del hospital de San Andrés, donde hubo una misa de cuerpo presente. En diciembre, el almirante Teghetthof llevó los restos imperiales a Viena.

ELLA

En ese mismo año, la emperatriz de México se vuelve loca. Antes de que Napoleón III la recibiera en audiencia ella visita al papa y ya da muestras de su perturbación, al hablar con el de persecuciones e intentos de envenenarla.

EPÍLOGO

En 1927 muere la infortunada Maria Carlota Amalia Victoria Clementina Leopoldina, a los 87 años. Mujer que perdiera a su esposo, un imperio y la razón, al mismo tiempo.



FUENTE: Texto Original, Carlos Vallejo Carpintero, revista Escala, Aeroméxico, mayo, 1993. No. 46